Unas jornadas que me conectaron con la profesión
Unas jornadas que me conectaron con la profesión
Tiempo de lectura, 5-6 minutos.

Llevo poco tiempo colegiado, y esta ha sido mi primera participación en un evento organizado por el colectivo de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria. No sabía muy bien qué esperar. A veces uno piensa que, por ser colegios pequeños o menos visibles, estos encuentros pueden quedarse cortos. Pero lo vivido en las XII Jornadas Inmobiliarias de Andalucía, celebradas en Jerez de la Frontera, superó con creces cualquier expectativa.
Fueron un ejemplo de lo que se puede lograr cuando hay ganas, criterio y oficio. El
Consejo Andaluz y el Colegio de Cádiz
organizaron un evento que no tiene nada que envidiar a los de otros colectivos más “grandes” o más “visibles”, con ponencias de alto nivel, temáticas bien seleccionadas y un ambiente profesional y enriquecedor.
Y no fui solo. Me acompañó mi esposa y socia, Olga Tey, una enamorada de su profesión y una excelente profesional con casi 30 años de experiencia en el sector, y —lo confieso— la culpable de que este veneno del API comience a correr por mis venas. Ella me ha contagiado su pasión por esta profesión, su forma de entenderla, y su compromiso con hacer las cosas bien. Así que sí, íbamos en modo observador… pero también con ganas de dejarnos sorprender.
Y vaya si lo hizo.
Una jornada de primer nivel, en todos los sentidos
Las ponencias fueron de altísimo nivel, tanto por los temas tratados como por la calidad de los ponentes. El entorno, los Claustros de Santo Domingo, aportó un marco espectacular: un espacio lleno de historia, ideal para compartir conocimiento y generar vínculos.
La cena final, un auténtico broche de oro: más que un momento social, fue una oportunidad para conversar, conocer y reforzar la idea de estar rodeado de grandes profesionales.
Encontrar compañeros que suman
No conocía a casi nadie, pero los pocos con los que compartimos conversación dejaron huella. Gente comprometida, con vocación, con ganas de aportar y mejorar el colectivo. Personas que no solo entienden bien el mercado, sino también la importancia de defender esta profesión con ética, rigor y responsabilidad.
El valor de la profesión… y el reto de dignificarla
No es ningún secreto que la figura del agente inmobiliario arrastra cierta desconfianza social. En parte, por el intrusismo y la falta de control real sobre el ejercicio profesional. Pero ese deterioro de la imagen pública no lo provocan quienes trabajan con preparación, responsabilidad y ética, sino quienes, sin formación ni escrúpulos, actúan al margen de cualquier estándar profesional.
No deberíamos permitir que esos perfiles sigan definiendo lo que representa esta labor.
Ser agente inmobiliario implica mucho más que enseñar inmuebles: es asesorar, mediar, resolver conflictos y proteger el patrimonio de quienes confían en uno. La diferencia entre una buena decisión de vida y un error costoso a menudo está en cómo se acompaña ese proceso.
Y como se comentó en alguna de las charlas, el agente inmobiliario no solo aporta valor al cliente: también le sirve al notario para partir de una base sólida sobre la que redactar con seguridad jurídica, y a su vez, el notario se la transmite al registrador.
Somos una pieza útil y necesaria en una cadena que garantiza que todo el proceso funcione como debe.
Precisamente por eso jornadas como esta son tan importantes: porque sirven para poner en valor esta profesión, para favorecer el intercambio entre quienes quieren ejercerla con rigor, y para recordar que no hablamos de improvisación, sino de especialización, conocimiento y compromiso con las personas.
Y si alguien se pregunta si esta profesión podría estar mejor valorada socialmente, la respuesta es sí… y en muchos países ya lo está. Basta con mirar el reconocimiento que tienen los realtors en Estados Unidos, o los agentes en lugares como Canadá o Reino Unido.
Pero eso lo dejaremos para otro post, que este ya ha dado para mucho.
Una última reflexión
Me voy con una idea que no deja de rondarme desde ayer: ¿no será que los mejores profesionales son, precisamente, los que más se implican en el Colegio?
Los que asisten, los que debaten, los que comparten, los que dan la cara. Porque estar colegiado no es solo pagar una cuota: es formar parte de algo más grande, es sumar, aprender de otros y aportar cuando toque. Y cuanto más participamos, más crecemos como colectivo... y como profesionales.
Como recién llegado, solo puedo tener palabras de admiración por quienes llevan años empujando este carro, muchas veces en silencio y con un compromiso admirable. Ojalá este reciente encuentro sirva para que cada vez seamos más los que aportamos, desde donde estemos.
Desde mi reciente incorporación al Colegio, siento no sólo agradecimiento, sino también el deseo sincero de colaborar en aquello en lo que pueda ser útil. Sin otro objetivo que devolver parte de lo recibido en estas jornadas y contribuir, con energía y espíritu constructivo, a fortalecer un colectivo que —bien coordinado— tiene mucho que ofrecer a la sociedad.
Nos vemos en las próximas… que ya apuntan a ser todo un reto para quien le toque organizarlas, porque el listón ha quedado altísimo.
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